De izquierda a derecha: El torrater, el net de la cantales, Don Millán, Don Miquel, el brut, el cabut, el negre y el picanyero. Labradores de las cercanías de la alqueria juntándose para hacer una partida de cartas.
Historia de tradición y esfuerzo
En los albores del siglo XX, corría el año 1902 cuando, sobre los cimientos de una antigua y tradicional barraca, vivienda típica valenciana, se erigía una alquería. Esta se encargaba de dar cobijo a la familia que la custodiaba cuyo apellido es Gil.
Desde su origen, esta familia, afincada en la tierra del azahar, la pasión y la pólvora, ha desarrollado, de manera honrada y humilde, el laborioso cultivo de las naranjas, además de otros cítricos, árboles frutales y hortalizas.
La vivienda se levanta entre cientos de hectáreas destinadas al trabajo campestre, a escasos kilómetros del rio Turia, que desemboca en el extenso y plácido Mar Mediterráneo. Esto, a su vez le permite poseer un sistema de regadío tan complejo como eficaz y sostenible como el de las acequias, legisladas por el ente de justicia en funcionamiento más antiguo de Europa: El Tribunal de la Aguas de Valencia, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Tradición familiar
Actualmente, la alquería, conocida entre los vecinos y paisanos de la zona como “Alqueria Clavell” , la regenta la quinta generación del árbol genealógico del apellido Gil, tratándose de dos hermanos, José Javier y Juan Manuel, habiendo sido el primero de ellos miembro del Tribunal de las Aguas en números ocasiones.
Por último, la previsión es que las generaciones futuras del apellido den continuidad al legado que les ha sido otorgado, poniéndose, así, al servicio de Valencia, de su gente, de sus tradiciones, de su familia y, por supuesto, de todo aquel que desee degustar y descubrir el excepcional mundo del cultivo de la naranja.
Hoy en día y con la colaboración de nuestro buen amigo Axel Ollk estamos en disposición de poner en la mesa de cada europeo y de primera mano las exquisitas naranjas y mandarinas cultivadas en Valencia.
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